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Sisalde es un valle fluvial venado por ríos como O Bolaños y Sisalde que, junto a la proximidad del mar, contribuyen a generar unas condiciones ambientales húmedas y favorables para el desarrollo de flora y fauna. El clima oceánico y húmedo origina precipitaciones abundantes entre noviembre y diciembre, y niebla frecuente a lo largo del año, pero mantiene una temperatura agradable en todas las estaciones. La zona de litoral es recortada, con entrantes y salientes escarpados que generan fuertes contrastes entre montes elevados y valles más profundos.
Esta ruta logra combinar la esencia del litoral atlántico salpicado de costas y playas con el recorrido interior del río Sisalde, un paseo fluvial poco antropizado caracterizado por la presencia de flora de ribera autóctona y bosques de galería típicos de áreas poco alteradas y alejadas del hombre. Estos bosques de galería constituyen las formaciones que acompañan a los ríos en primera y segunda línea, y sus raíces son imprescindibles para el mantenimiento y la retención de la orilla, que intenta ser arrastrada por el cauce. Pese a ser resistentes al agua, son muy vulnerables a la actividad humana; y la alteración del cauce o su modificación puede implicar que no se desarrollen y sean desplazados por especies alóctonas menos específicas.
Este ambiente resulta idóneo para la fauna, destacando la existencia de nutrias (Lutra lutra). Aunque es difícil de observar por sus hábitos nocturnos, es posible encontrar huellas y restos en la orilla ya que su presencia se considera regular. La riqueza ornitológica en esta zona alegra el recorrido por la presencia y el canto de distintas especies. En los carrizales y en la zona de ribera hay especies consideradas en peligro de extinción, como el escribano palustre (Emberiza schoeniclus), y especies indicadoras de calidad ambiental como el martín pescador (Alcedo athis).
En el embalse de Rexedoiro, Meicende y en la laguna del río Bolaños es posible ver fochas comunes (Fulica atra), gallinetas comunes (Gallinula chloropus), y garzas reales (Ardea cinerea), ave zancuda de gran tamaño que permanece inmóvil buscando peces.
También son abundantes las gaviotas, principalmente reidoras y patiamarillas, aves ligadas a pueblos pesqueros. Favorecidos por este medio húmedo, abundan especies anfibias como la ranita de San Antón (Hyla arborea) y el tritón jaspeado (Triturus marmoratus).
En el resto del valle son comunes los bosques ibéricos de influencia atlántica como los formados por Quercus robur. El roble es muy exigente con la humedad y los suelos profundos, y se caracteriza por hojas caducas lobuladas, troncos robustos de crecimiento lento que alcanzan hasta cuarenta metros. También son importantes los castaños (Castanea sativa), formadores de bosques longevos de hoja caduca con árboles grandes de copas redondeadas cuando no están manejados por el hombre. En ellos habitan especies generalistas como zorros (Vulpes vulpes), además de gran variedad de aves forestales.